Estracto Trabajo final Andrea Boada y Josefina Agüero

El Rol de la Doula

En el Nacimiento de una Nueva Generación



Por:

Agüero, Josefina

Boada, Andrea





INTRODUCCIÓN



La atención mecanizada y masificada del embarazo y el parto, en nuestra sociedad totalmente tecnificada, está poniendo seriamente en peligro nuestra capacidad de amar, generando comportamientos agresivos que llevan directamente a la destrucción de nuestro entorno humano y natural.

Si deseamos desarrollar la capacidad de amar en un ser humano, deberíamos remontarnos a la etapa primal de su vida, pues es allí adonde nace. Empieza en el vientre materno, luego en la etapa perinatal (en torno al parto y nacimiento) y abarca todo el primer año de vida, es decir la etapa de más estrecha dependencia con la madre.

Las hormonas que dirigen nuestros procesos sexuales-reproductivos y efectos comportamentales están claramente comprobadas. Estas hormonas son la oxitocina (hormona del amor) y la prolactina (hormona de la maternidad). Cuando ambas confluyen en equilibrio producen el denominado amor maternal. Por eso es tan importante asegurar las condiciones para que estas hormonas se produzcan naturalmente en el parto, e impregnen también a madre e hijo después del nacimiento, en su primer contacto vital, con el objeto de asegurar un profundo vinculo de amor entre ambos.

A lo largo de la historia de la humanidad, todas las mujeres parían bajo ese cóctel de hormonas, que moderaban el dolor de las contracciones (endorfinas), la preparaban para recibir con los brazos abiertos a su bebé, y enamorarse de él al instante, con solo verlo y olerlo. (Oxitocina y prolactina). Dichas hormonas eran trasmitidas de la madre al niño a través del calostro (primera leche) que cumplía una función vital: el enamoramiento, la dependencia y un estrecho vínculo amoroso con su madre.

En la actualidad, la mayoría de las mujeres paren a sus hijos bajo efectos farmacológicos (anestesia epidural) y bajo sustancias artificiales que sustituyen a hormonas naturales (oxitocina sintética), que nunca alcanzaran el cerebro y, por lo tanto, se verán privadas de por vida de sus efectos comportamentales: como el instinto maternal y el profundo vínculo con el bebé.(Apego).

Muchas madres salen del hospital con serias heridas físicas y emocionales, consecuencia de partos poco respetados y muy intervenidos. Como dice F. del Castillo: “La tecno-intervención y medicalización del nacimiento… que aleja a las mujeres de la naturaleza y se sus propios hijos”.

Las madres hoy reconocen a sus hijos racionalmente, con su cerebro, ya no con su instinto. Los reconocen con palabras con pensamientos, pero no desde las entrañas. Si fuera de otra manera no habría tantas madres que se replantean la lactancia, fracasan en ella o la abandonan precozmente. Tampoco habría tantos prejuicios con el colecho, además de ser indispensable para mantener una lactancia exitosa y prolongada. No habría tantos bebés pequeños en guarderías, alimentados a mamadera y consolados con muñecos y chupetes. (Todos éstos, sustitutos del cuerpo y pecho materno). Esto, a su vez, agravado por el mercado laboral y sus rígidas normas, donde la maternidad aparece más como una molestia y en el último escalón de los valores; contribuyendo a mantener una tempranísima separación madre-bebe, que es imperdonable.

Hay algo que no funciona en el sistema y las madres y los bebés son las primeras víctimas. Las consecuencias de toda esta perturbación sobre lo emocional en la etapa primal, trae consecuencias probadas, no sólo físicas sino también psicológicas y sociales a corto, mediano, y largo plazo.

Eleanor Madruga Luzes dice que en todos los tiempos, en distintas tradiciones del mundo siempre se consideraron la fase de la concepción, la gestación, el parto y los primeros años de vida como fundamentales para el nacimiento de un ser lleno de paz y amor. Esta investigadora estudia y suma estas 5 etapas en una disciplina que denomina Ciencia del Inicio de la Vida, que determina como materia fundamental para formar una cultura nueva de padres conscientes. A modo de ejemplificación, la autora encontró luego de extensas investigaciones, fundamentos en literatura científica internacional, con los siguientes resultados:

1- Concepción: existen registros de memoria de este acontecimiento; influye notablemente en la salud física y emocional del ser humano por el resto de su vida; ciertas adicciones pueden traer casos de labio leporino y daños cerebrales; la concepción desarmoniosa trae tendencia a la depresión y falta de control sobre impulsos agresivos.

2-Gestación: la buena salud depende esencialmente de la imaginación de la madre, de su vida interior, de su mirada sobre la vida y de su alimentación. Si esto esta bien previene.: ACV, infarto coronario, hipercolesterolemia, obesidad, diabetes, esquizofrenia entre otras cosas; la sub-dieta trae casos de dificultad en la socialización y tendencia a ciertos cánceres.

3-Parto: el nacimiento imprime una marca, una impronta única que queda para toda la vida; existen correlaciones entre el surgimiento del parto hospitalario altamente tecnológico y con complicaciones, con serias consecuencias como el autismo, la bulimia, la anorexia, la tendencia a la delincuencia, adicciones a las drogas, dificultad en la socialización y tendencia al suicidio.

4- Lactancia: amamantar además de aumentar la inmunidad contra las enfermedades, permite un mayor crecimiento e inteligencia y fortalece el sentido de fraternidad; la leche contiene endorfinas que alivian cualquier dolor en el bebé; están más protegidos contra la miopía y tratamiento de caries y ortodoncia y, también, de las probabilidades de contraer cáncer.

5- Los tres primeros años de vida: aquí se halla la fundación de la salud mental, el período de estructuración del ego (centro de la voluntad, la determinación y de la autodisciplina). El ser humano necesita de estos 3 años de maternaje y cuidados adecuados para constituirse de manera íntegra. Cuando esto no sucede trae sus consecuencias: jóvenes perdidos, que no saben lo que quieren, inseguros, con conductas a veces erráticas y dañinas, que no se pueden comprometer con nada y no pueden posicionarse en la vida con un proyecto a seguir. Así es como países como Alemania y Suecia, están reviendo sus políticas, con la posibilidad de aumentar el tiempo de las licencias por maternidad hasta los dos años.

En medio de todo este despliegue de temas entra la Doula en nuestra sociedad. Llega nuevamente a nosotros como resultado de una importante carencia. Su figura rellena un gran vacío en los servicios de atención materno-infantil actuales.

Hoy toda la tecnificación y medicalización del proceso embarazo-parto-nacimiento, hace que las mujeres salgan con miedo ya desde las visitas prenatales. Pues los controles están llenos de análisis, tests, ecografías, todo para detectar anomalías y patologías. Ésto genera mucho temor: miedo a que algo salga mal, al dolor, a algún factor de riesgo, a posibles complicaciones, etc.

Y acá es donde todo se complica, por que el miedo es el gran enemigo del parto y todas sus hormonas amigas.

Es entonces aquí donde la doula le tiende la mano a la mujer para que recupere la confianza en su cuerpo, le da la seguridad emocional y la paz interior que tanto necesita en esta etapa tan especial de su vida.

La misión de la doula es dar acompañamiento emocional (no médico) a las mujeres y favorecer el respeto hacia la fisiología del embarazo, el parto, el nacimiento, como de la crianza en general. También tiene como función ser el contrapeso de la visión patológica e intervencionista de los tres procesos antes mencionados.

La doula debe contribuir y optimizar las condiciones para que un parto sea los más corto y menos estresante posible para la díada. Ellas son: un ambiente de intimidad, donde la madre se sienta segura pero no observada; el respeto por sus tiempos; calor; luz tenue; silencio; y dejar actuar al cerebro primitivo repleto de instintos y desinhibiciones. Dejando a esta madre convertirse en una mamífera plena y con todo el poder de la naturaleza en sus manos. Lejos, bien lejos de su neocortex, y en viaje a dentro de sí misma.

Claro que ésto no es posible en un ambiente hospitalario, pero por eso, lo más pequeño que la doula pueda hacer en esos territorios extranjeros, será mucho para la madre. (Un contacto precoz con ella podría ser fundamental para que su experiencia pueda ser otra).

Como dice M. Odent: “es importante cuidar y proteger el estado emocional de las mujeres embarazadas, puesto que ellas están gestando las generaciones futuras, y de su bienestar y equilibrio emocional, depende la salud física y emocional de esas criaturas por nacer.”

El rol de la doula vino a suplir el papel de la verdadera comadrona, que murió bajo el sistema obstétrico paternalista de los obstetras, quedando subordinada y a las órdenes de estos últimos-

Por eso decimos que es hora de hacer eco de la importancia de las doulas, como una ayuda inestimable en los procesos inherentes a la maternidad, sobre los que se sustentarán nuestras sociedades futuras.

A continuación, se intentará una suerte de comparación evolutiva, creativa y fundamentada, entre tres elementos claves que nos conciernen: La evolución de la humanidad, El embarazo y el parto, y La Doula. Este enfoque evolutivo, que consta de tres etapas, nos va a permitir comprender cómo se dio forma a nuestra biología, a nuestras conductas y a nuestra cultura. Más tarde, con todo lo expuesto se hará un relato de un nacimiento que será atravesado por la pluma de una doula.











DESARROLLO



La primera era, el principio, el origen, el primer trimestre.



En el chimpancé en estado natural, el parto es un proceso poco conocido, aunque sabemos que se trata de un acto solitario, en el que el animal se aísla del resto del grupo, y si bien puede ser que algún otro miembro observe el nacimiento a cierta distancia, nunca interviene en la atención a la madre y al feto. La expulsión de la cabeza fetal se produce adoptando la gestante la posición de cuclillas, y la cara del feto se dirige hacia la de su madre, por lo que ésta le puede proporcionar ayuda, limpiándole las secreciones de la boca y de la nariz, y seguidamente, tirando de la cabeza para facilitar la expulsión de los hombros. Una vez que han salido los brazos, será el propio feto el que complete su expulsión sirviéndose de éstos para trepar por el abdomen de la madre y finalizar la salida del tronco y de los miembros inferiores, lo que denota el grado de desarrollo motor que ya tienen éstos recién nacidos. En definitiva, el parto en el chimpancé se produce sin dificultad y en aislamiento, y en el que participan tan sólo la madre y el feto.

Siguiendo la evolución, entre los chimpancé y los homo sapiens, encontramos una rama de homínidos que se extinguió, el Australopithecus afarensis. Hoy conocida como Lucy, nuestra prima, fue la primera generación que caminó en posición erguida.

Con la postura erguida, Lucy y sus congéneres femeninas desarrollaron una pelvis con un canal de parto ancho en sentido transversal, pero estrecho en sentido antero-posterior. Lucy lo pudo soportar porque sus hijos tenían un cráneo que no sería superior al de un feto de chimpancé. El cerebro aún era pequeño.

“Los procesos del parto de Lucy y de sus congéneres tuvieron que ser algo más complejos que en el caso de los simios, pero mucho más fáciles que los de los seres humanos”, escribe C. Owen Lovejoy









El aumento del cerebro humano y la adaptación de la pelvis a la marcha erguida modificaron de tal modo el canal de parto que el proceso de parto de las mujeres se convierte en uno de los más difíciles del mundo animal.

En el proceso de parto de Lucy, sus huesos ilíacos, cortos y cóncavos, eran adecuados para la bipedestación, pero originaban un canal de parto que, aunque ancho en sentido transversal, se estrechó en sentido antero-posterior. El cráneo del feto solamente podía pasar si primero giraba hacia un lado y después se inclinaba.

El cerebro de un feto humano, que es mucho mayor, requiere un canal de parto más redondeado. El proceso del parto de la especie humana es complejo y traumático, requiriendo una segunda rotación del cráneo dentro del canal del parto.





Los chimpancés al nacer, tras un embarazo de treinta y dos semanas, tienen un cerebro que es el treinta y tres por ciento del tamaño adulto. Los fósiles de los australipitecinos muestran que la situación en Lucy hace tres millones de años debería ser similar a la del chimpancé de hoy.

Si los seres humanos siguieran la regla zoológica general, respecto a la duración de la preñez y el tamaño corporal, la duración del embarazo humano debería ser de dieciséis meses, unas sesenta y cuatro semanas. Además nuestros niños, de seguir la regla del resto de los primates, nacerían con un cerebro que sería el treinta y tres por ciento del tamaño adulto. Pero dado el tamaño adulto de nuestro cerebro, las dimensiones del cráneo de un feto a término sería tan grande, casi quinientos centímetros cúbicos, que haría el parto imposible. La solución que encontró la evolución fue la de lanzar al mundo una criatura prematura, un ser a medio hacer, con un cerebro que es apenas el veintiocho por ciento de su tamaño adulto y que requiere un largo periodo de cuidados postnatales para completar su desarrollo fuera del útero.

En otras palabras, con la evolución, dos cambios resultan fundamentales en el mecanismo del parto de la mujer: la bidepestación y la encefalización.

La bidepestación ha motivado cambios particulares en los hombros y en la pelvis.

La encefalización estructural en el feto es un fenómeno morfológico que se manifiesta en el agrandamiento del cerebro hasta límites muy superiores a los esperados para el aumento del tamaño corporal. El tamaño cerebral en la evolución humana guarda una relación que está en función alométrica al tamaño corporal.





Esta situación de ajuste de la cabeza fetal al canal de parto la obliga a realizar determinados movimientos para resolver las dificultades que se le plantean en su recorrido hacia el mundo exterior:

 Flexión para reducir su diámetro sagital.

 Orientación de su diámetro mayor hacia los de la pelvis.

 Rotación interna de 90º en la excavación pélvica y descenso.

 Expulsión mediante un movimiento de deflexión.

 Rotación de 90 º para adecuar el diámetro bihumeral al mayor del estrecho inferior, que es sagital, y poder así permitir la expulsión de los hombros.



Por otra parte, otra característica que nos unen al resto de los mamíferos, es la condición de poder generar el alimento para nuestras crías. Todos con glándulas mamarias, tenemos la potencialidad de amamantar a las crías desde el instante mismo del nacimiento.

En la época más primitiva este hecho no era cuestionado, simplemente las hembras ponían a sus recién nacidos en el pecho como acto reflejo, y estos de igual manera se prendían inmediatamente, y la lactancia fluía naturalmente, sin restricciones ni horarios ni tiempos para el destete. El tiempo de amamantamiento dependía según las zonas, las culturas, las razas, pero las investigaciones coinciden en que duraban más de 3 años, incluso en determinadas poblaciones llegaba a durar hasta los 7 años.

Efectivamente se ha producido un cambio radical entre el parto de nuestros ancestros y el del homo sapiens actual, nada es como era antes, ya sea en el proceso fisiológico del parto, como en la forma de la asistencia y la concepción de la maternidad.

El parto en la mujer necesita de la obligada ayuda de otras personas, con lo que se convierte en una actividad social. Precisamente esta colaboración al parto es la que dio origen en su momento a una nueva profesión: La Obstetricia.

Esta necesidad de “partera obligatoria”, se debe no sólo a los aspectos antes nombrados, sino también a las siguientes características: los bebés humanos nacen en la mayoría de los casos, de espaldas a la madre por lo que es difícil para ella agacharse para recibirlo, limpiarle, desenroscar el cordón y asegurarse de que respire. Las humanas modernas dan a luz a bebés que necesitan muchísimos más cuidados que los bebés primates. Las manos extras en este momento son muy necesarias para asegurar la supervivencia. Y por último, las poderosas emociones maternas alrededor del trabajo de parto y el parto, que incluyen ansiedad, temor, tensión, alegría e incertidumbre, tal vez hayan provocado la necesidad de búsqueda de ayuda. Estas emociones pueden considerarse como adaptaciones bioculturales a las complicaciones psicológicas que provoca la condición de bípedos.

Este último aspecto provocó en la historia de la humanidad, otro cambio que nació con esta necesidad de parir acompañada; la mujer necesitaba además, una ayuda más sutil, más afectiva y emocional. Es entonces que aparece lo que hoy llamamos Doula, la persona que acompaña afectivamente a la mujer, que entiende sus necesidades y sabe como calmarlas.

Ambas, la partera y la Doula, nacieron de la mano, y ambas tienen el mismo nivel de importancia. Fueron los griegos que le adjudicaron el nombre de Doula a esta compañía, a esta mujer al servicio de otra mujer, para ayudarle en este arduo proceso de parir y criar. A veces, ambas figuras eran representadas por una sola mujer.

Hay muchas versiones sobre la función específica de la Doula, pero todas coincidieron en que se trataba de brindar a la mujer embarazada, a la pareja y al futuro bebé un entorno agradable, cariño, amor, contención y respeto, sea de la forma que sea. En esta época, se decía que la mujer que cumplía ese rol se instalaba en la casa de la nueva familia y ayudaba en todo lo necesario (tareas domésticas, otros hijos) para que la reciente madre pudiera avocarse al cuidado del recién nacido. Además ayudaba con la lactancia o con las complicaciones que pudieran surgir en la primera fase de la crianza.









Cuando una mujer queda embarazada, comienza una nueva era, es tiempo de cambios y de revoluciones físicas y psíquicas. Se está dando origen a una nueva vida.

Al igual que el origen de nuestra especie, en la concepción ya los espermatozoides en competencia por la fecundación han sufrido una “selección natural” muy severa a lo largo del trayecto desde la cerviz a la ampolla de la trompa: más de 20 cm sembrados de no pocos obstáculos y enemigos, que ponen a dura prueba su capacidad de movimiento y de resistencia. Entre ellos está el viscoso mucus cervical, que tiende a retenerlos y a soltarlos lentamente, y se encuentran los granulocitos neutrófilos producidos por la pared del útero, que los fagocitan destruyendo cerca del 90% de ellos.

Los espermatozoides “sobrevivientes”, que lograrán llegar a la entrada uterina de la trompa y penetran en el istmo, deberán luego “nadar” contra la corriente a lo largo del conducto de la trompa.... Sólo el mejor llegará dentro de algunas horas o también después de 1-3 días a encontrar el gameto femenino para dar comienzo a un nuevo individuo.







La concepción conlleva un cambio hormonal brusco, hormonas que se encontraban dormidas empiezan a trabajar arduamente para que la vida del futuro bebé humano pueda afianzarse, y la mujer se encuentra en un estado de torbellino emocional. Cambios de humores y de sentimientos contradictorios. Miedo a lo desconocido, al porvenir, temor al cambio.

Todo se repite una y otra vez, la selección natural actúa a nivel macro y a nivel microscópico. De la misma manera que describimos más arriba la evolución del chimpancé, a Lucy, y de ella, a los homo sapiens, los espermatozoides hacen el mismo recorrido. Lo mismo sucede en la figura de la Doula, su función y su rol han hecho un largo recorrido para llegar a concretizarse. Desde los comienzos tuvo que atravesar obstáculos, defenderse, y casi extinta hoy está saliendo a luz.

Es así, como en este momento, en esta era, en el principio, en el origen, en el primer trimestre, tenemos tres cuestiones concretas:

Un embarazo y una manera de parir, una mujer, una Doula.







Segunda era, segunda etapa, segundo trimestre

Con el pasar del tiempo llega la mujer, ya pasada la primera etapa de la noticia del embarazo, más tranquila, más afianzada la recepción de la vida que está gestando. Este momento del embarazo es más pacífico también a nivel hormonal, la mujer ya no se encuentra tan inestable emocionalmente. Sigue con su vida, más adaptada, pero también, sumergida en el mundo simbiótico, sintiendo los movimientos de su cría, se embelece y queda profundamente adormecida con una suerte de identificación materno fetal. Confiando plenamente y dejando a merced de la naturaleza su estado.

Pero este adormecimiento en la historia de la humanidad, no le vino nada bien a la mujer, a la hembra humana. Es en esta etapa, mientras ella se encuentra en su propia burbuja, que la industrialización hechó manos en el proceso del parto. Y es aquí que se complica la historia.

Las adaptaciones culturales básicas eran norma hasta que los enormes cambios sociales mudaron el parto de la casa al hospital y fundamentalmente cambiaron la faz cultural del parto. Fue la industrialización del parto lo que cambió en esta etapa y no el parto en si mismo. Cambio su forma de concebirlo y de atenderlo.

Es en esta etapa que el parto pasa a ser un objeto de mercado, tal como lo eran los automóviles. Fue Henry Ford quien revolucionó la producción empleando líneas de montaje (trabajo en serie) para fabricar automóviles. Para abaratar los costes del automóvil y hacerlo accesible a gran cantidad de gente, Henry Ford tuvo que modificar de forma radical los procesos de producción industrial. Y en ello radica la importancia de sus innovaciones: diseñó una estrategia de producción concebida a partir de la normalización de las distintas piezas que componen el automóvil, las cuales eran fabricadas en serie, para ser ensambladas de forma ordenada en una cadena de montaje. Esta nueva forma de trabajar permitió reducir sustancialmente los tiempos necesarios para la fabricación de un automóvil y reducir consecuentemente el precio por unidad, lo cual favoreció en gran medida la motorización. Y uno todavía piensa “¿Qué tiene que ver un automóvil con una parturienta?”

La mujer que entra en trabajo de parto ingresa al hospital (fabrica), pasa por un monitoreo, tacto, rasurado, enema, inducción intravenosa, ruptura de las fuentes, episiotomía (línea de montaje de un automóvil), para tener un hijo (un producto, un objeto, un auto). Con esta automatización de un proceso natural, las personas que etaban a cargo de los procesos también se fueron automatizando y mecanizando convirtiéndose en algo parecido a robot (autómatas) sin capacidad de interrogarse y cuestionarse su labor. Esto genero un distanciamiento tal, entre equipo médico y parturienta, que a pesar de estar rodeada de personas la mujer se sintió muy sola.

Un parto con tantas intervenciones inevitablemente genera un círculo vicioso donde intervenciones innecesarias requerían más intervenciones y más tecnología, pero más intervenciones y más tecnología requería aún más de ellos para solucionar cada vez problemas más complejos que ellos mismos causaban.



A medida que el parto se fue medicalizando, cada vez más las parteras y las doulas perdieron su prestigio como las guardianas y las guías de las parturientas, quedando subordinadas a los médicos y, en el peor de los casos, quedando fuera del sistema.

Como resultado de esta transformación, la mujer que va a parir quedó en un segundísimo plano, en un rol totalmente pasivo, la mujer quedó a merced ya no de la naturaleza, sino de la medicina, atada a reglas, normas, y estrictas rutinas donde no tuvo opción de elegir.

No se les permitió beber, comer, caminar. Solas. Vestidas con batas de hospital y enganchadas en vías intravenosas, que llevan una cantidad horrorosa de sustancias artificiales, occitocina, antibióticos, narcóticos para el dolor, suero fisiológico. Rasurados, enemas, episiotomías. Posiciones antinaturales para el trabajo de parto como acostada o semisentada. Con monitoreos continuos. Cesáreas innecesarias! Y más!

Como dice la autora Robbie Davis-Floyd: “la tecnología domesticó al lobo feroz condenando, controlando y homogeneizando el puro y elemental poder del parto”.

La libertad de movimiento durante el trabajo de parto solía ser una norma intercultural, como lo fue y es en nuestros parientes más cercanos, los primates. La noción de que las mujeres debían permanecer en cama incómodas con tubos y otros dispositivos para el monitoreo fetal o vías intravenosas, es de esta etapa y tiene poco o ningún sentido desde una perspectiva evolutiva.

Somos seres humanos, erguidos y por ello, la posición erguida en el proceso del parto maximiza las dimensiones de la pelvis al tiempo que mejora el flujo de sangre hacia el feto al evitar la compresión de los grandes vasos que corren a lo largo de la columna vertebral de la madre y así provee al útero con sangre oxigenada. La mujer sin intervenciones, ha parido a lo largo de la historia en posiciones erguidas, ayudándose de la gravedad, para aprovechar al máximo sus capacidades. Acostada o semisentada, con anestésico la mujer deja de aprovechar todo su don de parir, no puede colaborar con todo su poder en el parto, por lo que ya no se trata de un parto fisiológico, natural, sino un parto simplemente vaginal pero puramente intervenido.

¿Y que pasó con sus sentimientos, con su emocionalidad, con tantas intervenciones? La mujer, cuando se inventaron los partos hospitalarios, tuvo que “adecuarse y adaptarse” a las reglas, tuvo que ingresar sola y enfrentar todas las invasiones, abusos y medicalizaciones, en soledad. Ya no pudo estar acompañada y sostenida por sus sabias compañeras guías de antes. Por lo que, ya no sintió la angustia natural de la mujer que va a parir, sintió un profundo dolor, que como dice Laura Gutman, ese dolor se convirtió en sufrimiento y el sufrimiento en Trauma.

Y no sólo el proceso del parto se vio entorpecido, también la lactancia natural. Las grandes empresas de productos lácteos de la época crearon una leche artificial intentando imitar a la natural. Y aunque no se asemejen, y nunca vayan a igualarse, se encargaron, por un interés puramente económico, de hacerla llegar a cada casa de familia en donde hubiera un lactante. Hicieron creer a los médicos de la supremacía de esta leche, entonces los pediatras desaconsejaron la lactancia del pecho materno y la substituyeron por la mamadera y la leche artificial de origen vacuno.

Esto trajo aparejado muchas falsas creencias y creaciones de mitos alrededor del amamantamiento que generó casi la extinción de la misma. Los partos industrializados no facilitaron el proceso, por el contrario, ayudaron a que las madres se encuentren con millones de obstáculos y ante tantas dificultades, que no tuvieron más opción que ofrecerles las mamaderas a sus hijos, sin saber que estaban privándolos del bien más preciado, el alimento perfecto por la combinación de amor y nutrientes esenciales, únicos necesarios para el desarrollo armonioso y sano.

La Doula también quedó en un segundísimo plano, más bien en un último lugar. En el auge de las ciencias duras y positivas, el afecto es algo que no entra en los hospitales. Es algo demasiado blando, sutil, heterogéneo, cálido, difícil de medir como para tener acceso a los hospitales. Los sentimentalismos quedaron afuera. Pero en algún rincón de este mundo industrializado, la figura de la Doula quedó latiendo.

Por su parte, las parteras que sobrevivieron (la figura más cercana a la doula que perduró en ciertos lugares) quedaron bajo el mando de los Obstetras con una sola oración en su mente: “Sí doctor”.

El Ser humano cree saber lo que es. El hecho de que pueda alcanzar otros mundos no implica que haya dejado de pertenecer a éste. Sigue siendo mortal. Sigue perteneciendo al reino animal. Pero sigue desoyendo las advertencias que hace la naturaleza.















Tercer era, tercera etapa, tercer trimestre

Esta tercer etapa es la más revolucionaria de las tres a nuestro entender. Se vienen momentos de “rupturas”, de cambios de “paradigmas”, de “resurgimientos”, de “reinserciones”. Cambios que abarcan a la evolución de la humanidad, de la Doula y del embarazo y el parto.

Con respecto al embarazo, la mujer empieza a despertar del adormecimiento anterior, y comienza a sentir nuevas revoluciones anímicas y corporales. El parto se hace día a día una realidad más tangible e ineludible. Aumenta la inquietud y surge el miedo. Aparecen nuevas molestias físicas debido al volumen del abdomen, a la retención de líquidos, a los movimientos más intensos del bebé, etc. El descanso se hace más difícil, produciendo desgano y cansancio diurno.

Se suma a este estado de cosas la impaciencia por tener al bebé y el temor al parto. Sentimientos encontrados hacen que la embarazada a la vez pueda desear por un instante que ya llegue el momento, y al otro, desee postergarlo. La mamá comienza a sentir deseos de ver, tocar, acariciar y mecer a su bebé. También se desea volver al estado de normalidad para dejar de sentir las molestias propias de la etapa. Es un tiempo muchas contradicciones.

El temor se alimenta, de dos aspectos. Por un lado, la pérdida de ese estado simbiótico que sólo una mujer puede conocer, de ser dos en uno. Por otra parte, está el temor a lo desconocido, al dolor, a la muerte, ya sea del bebé o de ella misma. Por un lado, es un micro duelo, y por el otro, se siente temor.

Además siente la presión de que debe ser una buena madre. Cada mujer deberá crear su propio modelo de madre, conjugando sus deseos y necesidades, tomando como base el modelo original de madre (la que sólo se dedica al hogar y los hijos) y el modelo actual (La mujer que trabaja y produce desempeñando actividades fuera del hogar). Contradicción que deberá superar a la fuerza hasta encontrar un espacio en que se sienta cómoda.

Como dice Laura Gutman, se viene una ruptura tan inmensa que se podría comparar a la erupción de un volcán. Sabe que deberá “abrirse” para que este momento suceda, y al abrirse estallará en mil pedazos, por lo que más que nunca deberá estar rodeada de gente capaz de sostenerla y capaz también de permitirle la expresión de este torbellino.

Y citando a Raquel Schallman:”el sentido es permitirle a la mujer hacer el proceso fenomenal de desestructuración que significa el parto. Ella se tiene que abrir para darle paso a otro ser, y tiene que experimentar sensaciones muy intensas para darse semejante permiso.” Y continúa: “Creo que la sensación de romperse, dejar salir a otro, y rearmarse invade todo el ser de la mujer. Por eso después del parto vienen los famosos cuarenta días de puerperio. No son sólo el útero y los demás órganos los que tienen que volver a su lugar, es también ella la que tiene que volver a estructurarse. El parto es una bisagra en su vida, y un punto fundamental de esa inflexión es atravesar el dolor”.



El cerebro del ser humano está dividido en tres partes, siguiendo la evolución en su formación. El primer cerebro y el más primitivo es el llamado Troncal, éste rige las funciones instintivas y reflejas. Después vino el cerebro Límbico, que rodea al anterior y es por el cuál circulan los sentimientos y las emociones. Por último, se desarrolló el Neocortex, el cerebro más moderno, que rige las funciones reflexivas y de la lógica.

Retomando el punto anterior, para dejar que la mujer haga su proceso, necesita “apagar” el neocortex para permitir al cerebro troncal actuar. Permitir que la mujer se apodere de su ser más primitivo y, con su sabiduría, poder parir. Aquí es importante, No Intervenir, ya que cualquier interferencia puede hacer que se interrumpa el libre fluir de nuestra sabiduría ancestral. En la medida en que No se le diga qué hacer, las reacciones de su cuerpo van a ser normales y naturales. Y la mujer podrá tener un parto fisiológico y fluido.

Parteras, Doulas, acompañantes de este maravillo encuentro deberán facilitar este “irse a otro planeta”, como dice R. Schallman. No interfiriendo y estando disponibles para poner el cuerpo y la emoción cuando ellas así lo necesiten.

La medicina contemplada desde el período de la revolución industrial, está ajena a las emociones, a lo sutil, a lo femenino. El mundo en general, esta desconectado de la conciencia de nuestra emocionalidad, manejando las variables fisiológicas con una sospechosa asepsia de sentimientos. No tiene en cuenta la gran sabiduría de la mujer para desarrollar este acto de parir como cualquier mamífera (experta) de la naturaleza. El período anterior se caracteriza por el excesivo uso del cerebro frontal, el neocortex.

La mujer sabe lo que debe hacer. “Aún ocupamos un cuerpo paleolítico” como dice Robbie Davis-Floyd. Pero la familiaridad de un apoyo intensivo y continuo provisto por ayudantes de parto o asistentes que sean conocidos de la mujer, pueden jugar un papel adicional esencial en cómo se desarrolle un nacimiento humano.





En la era de la alta medicalización e intervención se produce normalmente un efecto que es conocido como “saco blanco”. Éste significa que, el estrés producido por ser observadas y atendidas por guardapolvos blancos disminuyen las contracciones por lo que el parto es demorado. El estrés provoca un aumento en los niveles de cortisol y epinefrina que disminuyen el nivel de occitocina natural (hormona que estimula las contracciones del parto). Al igual que nuestros primos los primates, ante una amenaza el parto se suspende hasta recobrar un estado de seguridad que permita traer un hijo al mundo.

Una persona que permita mantener bajos estos niveles para que la occitacina fluya libremente, una persona que colabore para que la mujer se sumerja en su “cuerpo paleolítico”, una persona capaz de acompañar y sostener a una mujer a punto de dar a luz, podría cambiar el resultado del modo de atención de los partos de hoy. La Doula está empezando a ocupar ese espacio vacío. La función de la Doula se ha ido ampliando, extendiéndose, ajustándose a la demanda y a las necesidades de la mujer actual.

A continuación, una lista detallada de las diversas formas en que una Doula se reinserta en la realidad cambiante de hoy, las mil y una maneras en que puede ayudar a la nueva familia, y las diversas formas también de expresarlo y hacerlo:

Las doulas son mujeres, en su mayoría madres, pero no necesariamente, que acompañan a otras mujeres durante el camino a la maternidad. Su labor fundamental es dar soporte, tanto físico como emocional, durante el trabajo de parto, el parto y el puerperio.

Puede ofrecer información a la pareja acerca de lo que sucede momento a momento, bajando la ansiedad y promoviendo la confianza en el desarrollo fisiológico del nacimiento. Saben que cada mujer tiene su tiempo propio para parir y que la paciencia es un elemento indispensable en cualquier parto. Colabora con la embarazada para que viva su preñez de forma consciente, e informa de las distintas opciones de parto posibles, respetando los hábitos de cada familia y ajustándose a sus preferencias.

Estimula para que la futura mamá sea la verdadera protagonista del parto

Lleva a la búsqueda de la mamá que llevamos en nuestro interior, la mejor madre para ese bebé.

Brinda ternura, amor, sabiduría, palabras, experiencia, apoyo, confianza, para abrirse y recuperar el poder de la mujer.

Comprende sus necesidades en cada momento.

Su valor no está tanto en la instrucción sino en su forma de ser. No sustituye ni a la comadrona ni al médico, no toma decisiones que no le corresponden: básicamente habla con las mujeres, de madre a madre, o de mujer a mujer, para facilitar el sinuoso camino que supone la crianza.

Su presencia nunca es invasiva, no es protagonista.

Sabe lo que debe hacer o no hacer, decir o no decir. Trae agua, calienta toallas, anota datos, prepara infusiones.

Ayuda a la comadrona, trabaja “con” ella.

Incluso en los partos hospitalarios e instrumentalizados, tiene reservado su papel: es la intermediaria entre la madre y los profesionales, y su ayuda puede ser muy valiosa.

Las doulas, a diferencia de las enfermeras, que rotan por turnos, y de los médicos, que están por periodos breves con la mujer, brindan apoyo continuo no sólo durante el parto, sino también en el preparto y en el postparto.

Su presencia siempre es tranquilizadora.

Es una mujer con experiencia que transmite confianza, afecto y fuerza, porque sabe que la mamá y el bebé son capaces y se lo transmite con cariño y en silencio.

Conocedora en profundidad del proceso fisiológico del parto, y según las necesidades de la madre, le da un masaje, acompaña en las respiraciones, acuna, limpia el sudor, prepara una infusión de hierbas, da consejos al padre de cómo acompañar, se retira de la situación si está transmitiendo ansiedad a la mamá.

Puede recomendar diferentes posiciones o movimientos que facilitan el descenso del bebé y potencian la eficacia de las contracciones, lo que reduce significativamente la necesidad de pedir medicación para el dolor.

Mucho tiempo callada, quieta y atenta (puede escribir mientras acompaña), siempre sin interferir, sin interrumpir y muy consciente de lo que ocurre.

Sabe que su presencia marca profundamente a esa mamá y a ese bebé, ya sea positiva o negativamente, por lo que siempre cuidará de no trasladar sus propios aspectos y conflictos en la díada, por lo que trata de estar siempre conciente de lo que va sucediendo, respirando y haciéndose cargo si algo de ella se proyectó en el proceso de la mamá en su laboriosa tarea de parir, para poder resolverlo a tiempo.

Su acompañamiento puede comenzar cuando la mujer lo necesite: a veces al inicio del trabajo de parto mientras la mujer está en su casa, o bien llegando al mismo tiempo que la pareja al hospital; y continúa hasta que se inicia la lactancia en el mismo lugar en que nace el bebé.

En los días siguientes dará continuidad al proceso en que se construye el vínculo materno-filial, siempre apoyando el deseo de los papás y las necesidades del bebé.

Busca que la mujer cobre confianza en si misma, recuerda la capacidad de las madres de poder alimentar a sus hijos sin necesidad de contar con ningún elemento del mundo exterior.

La Doula mima a la mamá para que ésta pueda atender al bebé en las mejores condiciones posibles.

Funciona como “escenográfa” del acontecimiento: reduce la intensidad de la luz, pone música suave y crea una atmósfera relajante en la que la mujer pueda sentirse a gusto y en intimidad para darse permiso de la apertura -a todo nivel- que implica parir.

En ningún momento la Doula reprime o corrige cualquier expresión espontánea de la mujer durante el trabajo de parto, por lo contrario, alienta la libre expresión (llanto, suspiros, risas, baile, sonidos), ya que éste es un componente esencial que facilita el proceso, al conectarnos con la parte “primitiva” de nuestro cerebro, que es la encargada de regir el trabajo de parto.

Su labor puede ser sutil o intensa, según las necesidades de cada mujer. Con la premisa fundamental de no perturbar, de no imponer, de mantener una atención cuidadosa pero no invasiva, de abrirse para poder comprender las necesidades de cada mujer y empatizar con ella.

Debe recordar en todo momento, que el parto es de “esa” mujer, y respetar sus decisiones y las de su pareja en cualquier caso, trabajando para que ella viva la mejor experiencia que le sea posible, sin imponer a la embarazada su propia ideología acerca de cómo debe ser su parto.

Si se presentase alguna dificultad durante el parto, pueden ofrecer alternativas e información acerca de los pros y contras de los procedimientos a realizar. Apoyan las elecciones tomadas con responsabilidad y basadas en la última evidencia científica.

Trabaja para que esta experiencia sea recordada y vivida de la mejor manera, tanto para ella como para su bebé y su pareja.

Pero nunca ejecuta ningún procedimiento médico, ni exámenes, ni cuida la salud física del recién nacido. No substituye a ningún profesional del equipo de asistencia al parto.



La Doula, sobretodas las cosas, nos ayuda en nuestro despertar de la conciencia, y con su ayuda las mujeres volvemos a redescubrir esa combinación divina parir y de amamantar a nuestras crías. Hoy sabemos las bondades de respetar a la naturaleza, de parir de manera natural y de amamantar a nuestras crías, y todo lo que ello trae consigo: apego, confianza, autoestima, seguridad, desarrollo de la inteligencia y de todas las cualidades del altruismo, óptimo para el crecimiento equilibrado, entre otros tantos beneficios.



La Doula esta resurgiendo, está volviendo a aparecer. La mujer esta despertando a su conciencia. El cuerpo se está haciendo sentir. Esta emergiendo un nuevo paradigma. Está por nacer un bebé. Este mundo está por dar a luz.

Esto es innegable.









CONCLUSIONES



Está comprobado científicamente que la presencia de la Doula reduce: la tasa de cesáreas en un 50%, la duración del trabajo de parto en un 25%, la petición de anestesia epidural en un 60%, el uso de analgesias en un 30% y el empleo de fórceps en un 30%.

Además, las mujeres que cuentan con esta compañía, están más capacitadas para criar y ocuparse de su recién nacido. Las mujeres se sienten más activas, más participativas, más protagonistas de su parto, y esto eleva su autoestima y su capacidad de maternar y amamantar con más confianza. Según el autor D. Winnicott, todas las especies tenemos un período sensible para que nazca el maternaje de manera instintiva, que él llama “preocupación maternal primaria” que sólo es posible cuando hay un “ambiente facilitador”. La Doula provee este “ambiente facilitador”.

Al sentirse mejor tratadas, las mujeres despliegan su potencial. Y el bebé lo siente y puede crecer en un entorno de paz y de amor. La mamá puede transmitir lo mejor de ella al bebé, y el bebé lo podrá hacer más adelante, cuando crezca también. Un bebé que ha nacido en las mejores condiciones tiene muchas posibilidades de crecer como un joven y adulto más sano, más perceptivo, mas respetuoso del mundo que habita.

Estos aspectos, sólo se encuentran y se dan cuando la mujer se anima y le permiten “irse a otro planeta”, conectándose con la parte más primitiva de su cerebro. Así, la mamífera humana ajena a cualquier peligro que pueda acecharla, apenas nace su cría, se enamora profundamente de ella y ambos se funden en una díada inseparable, donde la lactancia fluye tan naturalmente como un río que desborda de amor y embelesamiento. Gracias al conocimiento profundo de la fisiología, la capacidad de razonar con sentido común y conocimiento científico, podríamos decir que estamos en condiciones de asegurar el éxito -en un muy alto porcentaje- de este maravilloso acto de la naturaleza, siempre y cuando no haya interrupciones perturbadoras ni agresiones en el medio.

Una vez más, ese apego fundamental pasa a garantizar, además, la salud con mayúsculas, de esa dupla en plena simbiosis. La salud en el más amplio sentido de la palabra: en el más amplio sentido de la vida.

Así pues, estos hechos quedarán marcados por el resto de nuestras vidas en todos nosotros.

De este modo, habiendo recorrido ya todo el trabajo, podemos concluir que todos estos hechos y momentos son cruciales y que así como se vivan serán, y determinarán sus consecuencias en la vida adulta y en las sociedades futuras.

Ellos dejarán marcas, conscientes o inconscientes, que pueden ir desde bellos recuerdos sentimientos y pensamientos, hasta serias heridas y cicatrices emocionales y/o físicas que se produjeron durante el período primal del nacimiento. (Si estas últimas no son reparadas y compensadas adecuadamente, los daños como sabemos pueden ser graves).

Por esta razón, si pensamos ya no en forma individual, sino en términos de “humanidad” y de necesidad de un cambio de paradigma: debemos reflexionar muy seriamente sobre todo lo que esta pasando hoy en y alrededor de los nacimientos, para ir en busca de esa transformación a través de la reflexión crítica y de la acción.

Aquí es, entonces, donde aparecen las doulas, con su trabajo de hormigas, con sus pequeños granos de arena creciendo cada vez más aquí y en el mundo; y haciendo con certeza, la diferencia en todos los nacimientos.

La tarea de la Doula es ser una ferviente guardiana que vela por asegurar -de la mejor manera posible- la supervivencia de nuestra especie en el mundo.















Desde aquí nos comprometemos con las futuras madres desde el primer momento, desde el primer encuentro íntimo y personal, hasta cuando ya no necesiten más de nosotras…

Estamos aquí para ellas.



Josefina Agüero y Andrea Boada





ANEXOS



I only ask of God

(Versión libre de “Sólo le pido a Dios” por Outlandish)

I only ask of God

He won’t let me be indifferent to the suffering

That the very dried up death doesn’t find me

Empty and without having given my everything

(Aa… aa…aa...)

Todos juntos por favor

I He won’t lonely ask of God

He won’t let me be indifferent to the wars

It is a big monster which treads hard

On the poor innocence of people

It is a big monster which treads hard

On the poor innocence of people

People…people, people

I only ask of God

He won’t let me be indifferent to the injustice

That they do not slap my other cheek

After a claw has scratched my whole body

(Aa… aa… aa...)

Todos juntos por favor

I only ask of God

He won’t let me be indifferent to the wars

It is a big monster which treads hard

On the poor innocence of people

It is a big monster which treads hard

On the poor innocence of people

People…people…people

Gracias

Solo le pido a Dios

Que la guerra no me sea indiferente

Es un monstro grande y pisa fuerte

Toda la pobre inocencia de la gente

Es un monstro grande y pisa fuerte

Toda la pobre inocencia de la gente

People... people... people

Sólo le pido a Dios

(León Gieco)

Sólo le pido a Dios

Que el dolor no me sea indiferente,

Que la reseca muerte no me encuentre

Vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.



Sólo le pido a Dios

Que lo injusto no me sea indiferente,

Que no me abofeteen la otra mejilla

Después que una garra me arañó esta suerte.



Sólo le pido a Dios

Que lo injusto no me sea indiferente,

Si un traidor puede más que unos cuantos,

Que esos cuantos no lo olviden fácilmente.



Sólo le pido a Dios

Que la guerra no me sea indiferente,

Es un monstruo grande y pisa fuerte

Toda la pobre inocencia de la gente.



Sólo le pido a Dios

Que el engaño no me sea indiferente,

Si un traidor puede más que unos cuantos,

Que esos cuantos no lo olviden fácilmente.



Sólo le pido a Dios

Que el futuro no me sea indiferente,

Desahuciado está el que tiene que marchar

A vivir una cultura diferente



Nota: “I only ask for God” será utilizada como fondo musical del la presentación en PPT del Trabajo Final.



A QUÉ ADHERIMOS



Creemos que es importante respetar y adherir a las siguientes recomendaciones de la OMS, bajo el lema: ”El nacimiento no es una enfermedad”. Estas recomendaciones se tomaron de un informe sobre "Tecnologías de Parto Apropiadas", publicado por la OMS en abril de 1985.

16 Recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS)

(Fuente: www.doulasdeargentina.com.ar)

Estas 16 recomendaciones tienen por base el principio de que cada mujer tiene el derecho fundamental de recibir atención prenatal apropiada; que la mujer tiene un papel central en todos los aspectos de esta atención, incluso participar en la planificación, realización y evaluación de la atención; y que los factores sociales, emocionales y psicológicos son decisivos en la compresión e instrumentación de la atención prenatal apropiada.

Toda la comunidad debe ser informada sobre los diversos procedimientos que constituyen la atención del parto, a fin de que cada mujer pueda elegir el tipo de atención que prefiera.

Debe fomentarse la capacitación de obstétricas o matronas profesionales. Esta profesión deberá encargarse de la atención durante los embarazos y partos normales, así como del puerperio.

Debe darse a conocer entre el público servido por los hospitales información sobre las prácticas de los mismos en materia de partos (porcentajes de cesáreas, etc.)

No existe justificación en ninguna región geográfica para que más de un 10 al 15% sean por cesárea.

No existen pruebas de que se requiera cesárea después de una cesárea anterior transversa del segmento inferior. Por lo general deben favorecerse los partos vaginales después de cesáreas, donde quiera que se cuente con un servicio quirúrgico de urgencia.



No existen pruebas de que la vigilancia electrónica del feto durante el trabajo de parto normal tenga efectos positivos en el resultado del embarazo.

No está indicado el afeitado de la región púbica ni los enemas preparto.

Las embarazadas no deben ser colocadas en posición de litotomía (acostada boca arriba) durante el trabajo de parto ni el parto. Se las debe animar a caminar durante el trabajo de parto y cada mujer debe decidir libremente la posición que quiere asumir durante el parto.

No se justifica el uso rutinario de la episiotomía (incisión para ampliar la abertura vaginal)

No deben inducirse (iniciarse por medios artificiales) los partos por conveniencia. La inducción del parto debe limitarse a determinadas indicaciones médicas. Ninguna región geográfica debe tener un índice de trabajos de parto inducidos mayor al 10%.

Debe evitarse durante el parto la administración por rutina de fármacos analgésicos o anestésicos que no se requieran específicamente para corregir o evitar una complicación en el parto.

No se justifica científicamente la ruptura artificial de membranas por rutina.

El neonato sano debe permanecer con la madre cuando así lo permita el estado de ambos. Ningún procedimiento de observación del recién nacido justifica la separación de la madre.

Debe fomentarse el inicio inmediato del amamantamiento, inclusive antes de que la madre salga de la sala de partos.

Deben identificarse las unidades de atención obstétricas que no aceptan ciegamente toda tecnología y que respetan los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del nacimiento. Deben fomentarse las unidades de este tipo y los procedimientos que las han llevado a adoptar su actitud deben estudiarse, a fin de que sirvan de modelos para impulsar actitudes similares en otros centros e influir en las opiniones obstétricas en todo el país.

Los gobiernos deben considerar la elaboración de normas que permitan el uso de nuevas tecnologías de parto sólo después de una evaluación adecuada



LEY 25929 (Fuente: www.doulasdeargentina.com.ar)

Más allá de la decisión de contratar una doula, toda Mujer Argentina debe saber que existe una LEY NACIONAL que, entre otras cosas, le garantiza el derecho a estar acompañada por una persona de su elección durante todo su trabajo de parto y parto y que no existe ninguna justificación, tanto en el ámbito privado como público, para que se lo impidan.

Es muy importante que las mujeres conozcan y divulguen esta ley ya que es muy frecuente que se haga caso omiso de la misma con diversas excusas, especialmente en hospitales públicos. Las más frecuentes son que el padre del niño no ha asistido al curso de preparación para el parto o que ediliciamente no están preparados para la presencia de hombres en la sala de partos, ya que le restaría intimidad al resto de las mujeres

Texto de la ley:

Ley 25929

Derechos de padres e hijos durante el proceso de nacimiento.

Promulgada el 25 de agosto de 2004, vigente desde el 21 de noviembre de 2004 en todo el territorio nacional.

ARTICULO 1º.- La presente ley será de aplicación tanto al ámbito público como privado de la atención de la salud en el territorio de la Nación.

Las obras sociales regidas por leyes nacionales y las entidades de medicina prepaga deberán brindar obligatoriamente las prestaciones establecidas en esta ley, las que quedan incorporadas de pleno derecho al programa médico obligatorio.

ARTICULO 2º.- Toda mujer, en relación con el embarazo, el trabajo de parto, el parto y el postparto, tiene los siguientes derechos:

1. A ser informada sobre las distintas intervenciones médicas que pudieren tener lugar durante esos procesos, de manera que pueda optar libremente cuando existieren diferentes alternativas.

2. A ser tratada con respeto, y de modo individual y personalizado que le garantice la intimidad durante todo el proceso asistencial y tenga en consideración sus pautas culturales.

3. A ser considerada, en su situación respecto del proceso de nacimiento, como persona sana, de modo que se facilite su participación como protagonista de su propio parto.

4. Al parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer.

5. A ser informada sobre la evolución de su parto, el estado de su hijo o hija y, en general, a que se le haga partícipe de las diferentes actuaciones de los profesionales.

6. A no ser sometida a ningún examen o intervención cuyo propósito sea de investigación, salvo consentimiento manifestado por escrito, bajo protocolo aprobado por el Comité de Bioética.

7. A estar acompañada por una persona de su confianza y elección durante el trabajo de parto, parto y postparto.

8. A tener a su lado a su hijo o hija durante la permanencia en el establecimiento sanitario, siempre que el recién nacido no requiera de cuidados especiales.

9. A ser informada, desde el embarazo, sobre los beneficios de la lactancia materna y recibir apoyo para amamantar.

10. A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados de sí misma y del niño o niña.

11. A ser informada específicamente sobre los efectos adversos del tabaco, el alcohol y las drogas sobre el niño o niña y ella misma.

ARTICULO 3º.- Toda persona recién nacida tiene derecho:

1. A ser tratada en forma respetuosa y digna.

2. A su inequívoca identificación.

3. A no ser sometida a ningún examen o intervención cuyo propósito sea de investigación o docencia, salvo consentimiento manifestado por escrito de sus representantes legales, bajo protocolo aprobado por el Comité de Bioética.

4. A la internación conjunta con su madre en sala, y a que la misma sea lo más breve posible, teniendo en consideración su estado de salud y el de aquella.

5. A que sus padres reciban adecuado asesoramiento e información sobre los cuidados para su crecimiento y desarrollo, así como de su plan de vacunación.

ARTÍCULO 4º.- El padre y la madre de la persona recién nacida en situación de riesgo tienen los siguientes derechos:

1. A recibir información comprensible, suficiente y continuada, en un ambiente adecuado, sobre el proceso o evolución de la salud de su hijo o hija, incluyendo diagnóstico, pronóstico y tratamiento.

2. A tener acceso continuado a su hijo o hija mientras la situación clínica lo permita, así como a participar en su atención y en la toma de decisiones relacionadas con su asistencia.

3. A prestar su consentimiento manifestado por escrito para cuantos exámenes o intervenciones se quiera someter al niño o niña con fines de investigación, bajo protocolo aprobado por el Comité de Bioética.

4. A que se facilite la lactancia materna de la persona recién nacida siempre que no incida desfavorablemente en su salud.

5. A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados especiales del niño o niña.

ARTICULO 5º.- Será autoridad de aplicación de la presente ley el Ministerio de Salud de la Nación en el ámbito de su competencia; y en las provincias y la Ciudad de Buenos Aires sus respectivas autoridades sanitarias.

ARTICULO 6º.- "El incumplimiento de las obligaciones emergentes de la presente ley por parte de las obras sociales y entidades de medicina prepaga, como así también el incumplimiento por parte de los profesionales de la salud y sus colaboradores, y de las instituciones en que estos presten servicios, será considerado falta grave a los fines sancionatorios, sin perjuicio de la responsabilidad civil o penal que pudiere corresponder."

ARTICULO 7º.- La presente ley entrará en vigencia a los sesenta (60) días de su promulgación.

ARTICULO 8º.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.”

Promulgada por el PODER EJECUTIVO DE LA NACION

Por Decreto No. 1.231/04









Por último adherimos a:

Recomendar la lactancia natural y prolongad, basándonos en toda la evidencia científica que habla de sus beneficios, tanto para la madre como para el bebé.



Al método “mamá canguro”, apoyando la supremacía de éste sobre el método de la incubadora artificial, donde “el bebé está abandonado en una sala de cuidados intensivos”.















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